Dia 2 : Sin paron

Me estaba sonando el timbre de la puerta del hotel y yo contesté a mi móvil , al teléfono y le di al interruptor de la luz , hasta que oí una voz que me despertó del todo , la agente 66 me estaba diciendo Ni-hao, la contraseña correcta, al otro lado de la puerta , unos besicos , un cuéntame tu que tal en el avión y sin darnos cuenta ya estábamos en nuestro barrio con encanto, dejando flipando a los chinos con nuestros ojos redondos.

Por lo visto aunque siempre me quedara la duda si es que no lo decían por pena , cuanto mas grandes tienes los ojos , mas guapa eres , y la verdad que te paren por la calle y te digan lo de you are beatifull pronunciado a lo chino , es decir cada silaba por separado, por ahora no molesta.

La agente 66 ya se ha retratado varias veces en compañia de chinos, la verdad es que da la risa ver la emoción con que parece que se van, el único chino que hemos visto con la cara llena de granos , esta noche igual no duerme de pensar que tiene una foto con una española con ojos y cara redonda... después de la foto, dato curioso, todos preguntan que de donde eres y se van corriendo al grupo de chinos al que pertenecían a celebrar el triunfo y decir de donde somos.

El truco para comprar es negociar hasta que el otro se enfade, y entonces compras , el truco lo aprendimos después de regatear unos juegos esos de inteligencia , el que los vendía carecía de ella puesto que se imagino que los íbamos a comprar , regateamos y ofrecimos hasta un yuan , luego nos fuimos y decidimos que no los queríamos , el chino un poco corto pero nada perezoso corrió detrás de nosotras que ya nos escapábamos, el chino nos dijo que aceptaba nuestra oferta que le diésemos un yuan, la agente 66 le dijo que se lo había pensado mejor y que ya no los quería , el chino bastante cabreado le dijo algo inteligible que curiosamente se parecía tremendamente a fuck off .

A partir de aqui, ya no tuvimos parón, una vez aprendido lo básico nos lanzamos al juego del regateo y por las pintas de los vendedores, creo que no se nos daba demasiado mal, todos absolutamente todos cabreaos y nosotras todo el día entregadas en cuerpo y alma al shoping acabamos con cámara digital, (justo la que no quería..pero baratísima) con un traje para bailar flamenco encargado a medida, otra cámara para la agente 66, tarjeta de memorias ...

Gracias a Dios, a Buda o al partido comunista que la comida es baratísima, esos ravioles de Pekín estarían en nuestra memoria todo el viaje, ese pepino a la vinagreta nos hizo relamernos en mas de una ocasión y los últimos yuanes del día se fueron en el restaurante con el mantel con mas lámparas que la sección lampadaire del ikea, por supuesto en nuestro barrio con encanto al que ya habíamos bautizado y en el cual nos sentíamos como en casa.

Al pasar por el peluquero y vimos que por casi nada te hacían la manicura, nos entro de nuevo la fiebre pero ya no nos quedaba dinero y había que esperar hasta la apertura de los bancos ... empezábamos a dar miedo.