dia 5: llegada a Xian; El hostel 9 sages.


Entrada del hostel 9 sages. Xian

Pasar el día de la hispanidad en china te hace ser mas spanish. Quizás por eso, y tras haber odiado a muerte a la tontaina que en la recepción intentó hacer de interprete, sin que nadie se lo pidiese, con ese acento de torrelodones, nos hicimos amigas de Pilar, una chica bastante estupenda (toda ella) que flipaba ella sola y unía el placer de viajar, con el de comprar.
De mayor yo quiero ser como ella.

Nos tomamos unas cervecitas celebrando su santo y nos vendio Shangay bastante bien, dándonos direcciones útiles, precios útiles, y la comparacion de Shangay con New York, nos dejo en un primer momentos anonadadas, y con muchas ganas de llegar; eso que a mi que no me gustan las grandes ciudades y mas bien me tiro por los pequeños ping-yaos, con sus equilibristas precoces y sus paseos en bici o montañas de la bola del drac con sus ríos. La verdad es que nos hizo soñar con la ciudad mas moderna de la China capuchina.


Detalle del hostel.Bar restaurante. Noodels con tomates deliciosos.

Dormir en un dormitorio cuando vas sola es una cosa, creo que lo necesitas, es mas fácil hablar con gente, pero cuando no lo eliges y al final aceptas dormir en un dormitorio porque no hay otra opción, ya que es tarde para buscar otra cosa, te pueden pasar dos cosas:

Una es que tengas suerte y que te toque gente guay que no ronque, que no se tiren pedos, que no haya animalitos y que puedas dormir bien , y otra es que no. A nosotras nos toco que NO. No pegue ojo en toda la noche.

Al primer roommate que conocimos fue al que mas tarde llamaríamos Pepito. La primera impresión que nos causó fue un poco tétrica. Pepito era un peruano que nos sorprendió o mas bien que nosotras sorprendimos detrás de la puerta bebiendo una fanta de litro y comiendo, los famosos noodles chinos que vienen en un cubilete sin haberle añadido un poco de agua.

En un primer momento, se me ocurrió decirle que pidiese agua en la recepción, que el paladar era para toda la vida y que no era momento de agujerearlo tontamente, pero viendo las canas que adornaban sus sienes, decidí que era grande y que había que dejarle , que parecía que a el le gustaban de aquel modo.

Pepito era más o menos, un tío Antonio a lo peruano,bajito , entrado en carnes y con los pantalones subidos hasta el sobaco. El pelo lo llevaba tintado rojito. En principio nos dió miedo pero luego conquistó nuestro corazoncito.

Nathalie una chica alemana era la segunda roommate, curiosamente Nathalie había compartido la furgoneta con nosotras en el viaje a la Muralla China. Un Chino que dormía con la cabeza totalmente en vertical completaba el grupito.

Después de las cervezas, me dispuse a coger fuerzas para el día siguiente, un mosquito del tamaño de un helicóptero empezó a darme la tabarra, tras encender y apagar mi luz particular unas cuantas veces, de intentar taparme hasta arriba, de pensar que el mosquito podía pegarme el paludismo o la malaria, cogí la zapatilla y tras un golpe de gracia deje al mosquito chafadito en la pared. Mi sonrisa llegaba de oreja a oreja.

Empecé a conciliar el sueño cuando Pepito empezó a roncar como un oso en una osera(las semejanzas con el tío Antonio se ponían de manifiesto). Mis nervios se pusieron de nuevo en marcha. Conciliar el sueño era cada vez mas imposible. Solo tenia oídos para esos ronquidos. Después de dar 100 vueltas en la cama se me ocurrió dar una patadita a la cama de Pepito. Al principio me sentía un poco mal, y él seguía durmiendo y por ende roncando. Tras esta patadita de prueba hubo otra un poco mas fuerte y tras la definitiva Pepito cambio de postura y gracias al santisimo dejó de roncar. Sonreí y desee que morfeo me acogiese en su seno.


Detalle 3 del hostel Patio interior peacefull

Cuando yo creía que todo había pasado, el chino se levantó y empezó a recitar unos versos en chino, tras un estruendo abrió la puerta ,me imagino que para ir al aseo , el muy listo dejó entrar a un gato blanco esquelético hecho harina, que rondaba por el hostel.


El gato empezó a dar vueltas por la habitación. Mi cansancio acumulado y mi horror por ese gato en particular no me dejaban levantarme para abrir la puerta y echar al gato. Pensé que el tontaina del chino debería hacerlo cuando volviese. Así que sin dormir, esperaba al chino y de reojo controlaba donde estaba el gato.


Entre esas estaba, cuando el gato ni corto ni perezoso se lanzó a la cama de la alemana, Nathalie se despertó sobresaltada, ante el salto del gato directo a su almohadón , la pobre estaba totalmente perdida, se hizo hacia abajo y dejo que el gato se acomodara.

Yo veía a la alemana confusa y me daba la risa, pero tenia mucho sueño y se me cerraban los ojos. Tras abrirlos y volver a cerrarlos vi que la alemana había capitulado. Dormía en diagonal en lo que quedaba de cama. El gato estaba en el almohadón sin dar guerra. Por fin.Ya se podía dormir .



El hostel mu chino, mu bonito y mu peacefull !!!