Dia 4: Mas Ping yao

Detalle en el Monasterio Saolin


Cuando uno visita la China y ya se ha sorprendido de la conducta temeraria de sus habitantes, y cree saberlo todo, y le dan un vehículo, como por ejemplo, una bicicleta, y le explican como ir al monasterio Saolin, uno piensa que es coser y cantar, puedo asegurar que cantar, se canta poco y coser, si te descuidas son los cirujanos los que lo hacen contigo.

La carretera hacia el dichoso monasterio se podía comparar a una carretera subsahariana( igual que en los reportajes del national geografic), todos absolutamente todos conducen por donde les viene en gana, la carga de los camiones, sin excepción, exceden con creces el peso y el volumen que la lógica quiere imponernos. Por toda la carretera te encuentras a suicidas de vocación intentando barrer todo lo que cae de los camiones. Y lo ya poco novedoso a estas alturas: el claxon, en un principio el truco del claxon esta bien pensado, pero cuando llega el delirio y oyes tantos pitidos, por mas que te esfuerces, no sabes de donde te viene el peligro. Los sauces a ambos lados de la carretera es otro detalle, las ramas crecen hacia abajo y dos partes importantes de la carretera quedan inutilizadas aunque es un poco incomoda la conducción por esta parte de la carretera ya que las ramas te impiden la velocidad, prefiero la opción a la que toma la agente 99 desafiando cualquier loco de esos que rondan por aquí.

El monasterio Saolin se oia a lo lejos, los monjes cantaban en play-back, al mas puro estilo mili-vanilli. Eran unos grandes altavoces los que hacían que se girase la mirada y te dirigieses hacia la entrada.



Patio central del monasterio donde se quema el incienso

Las cámaras de televisión hacían guardia en todas las salas. Si se te ocurría hacer alguna foto, una voz salida de ultratumba te invitaba, en ingles, a guardarte, donde te cupiese, la cámara.

El monasterio estaba en bastante mal estado y el polvo de Ping-yao cubría la mitad de las estatuas, pero aun así, estaba lleno de encanto. Habían unos colegiales visitando el monasterio, nos dieron incienso, y nos explicaban como se hacia la genuflexión correcta según el rito del lugar delante de cada diosa y del Buda.


La que mas me impresiono fue la diosa de los 3000 brazos, supongo que si de niña te llevan a ver esa diosa, ese día te tiene que costar dormir. Los niños fueron muy graciosos y les molo mogollón que les hablásemos, me escribieron en mi cuaderno mi nombre en chino y se reían cuando intentábamos pronunciar algo el chino. Su ingles era mas o menos , del mismo nivel que en España acabas el antiguo COU, se confundían con el dos y el tres.


Diosa con 24 brazos

Había un grupo de franceses visitando el templo, estudiaban donde estaban puestas las cámaras, y cual era el punto ciego, desde donde podían burlar la cibervigilancia. Siempre ellos y solo ellos (la agente 99 tb)


Detalle 2 del monasterio y del polvo de ping-yao